Seguridad alimentaria y nutricional en Venezuela.
Aspectos de economía y producción - alimentación y nutrición

Alejandro Gutiérrez1, Carlos Machado-Allison2, Juan Fernando Marrero3, Susana Raffalli4, Maritza Landaeta-Jiménez5, Marianella Herrera-Cuenca6, María Soledad Tapia7

Resumen

La seguridad alimentaria y nutricional es discutida desde la visión de las Academias de Ciencias del mundo en un gran proyecto global con punto de partida común representado por un modelo autorizado por la Red Mundial de Academias de Ciencias (IAP). Con pocos datos oficiales, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN) abordó el tema en Venezuela en términos de las dimensiones que definen el concepto. Se consideraron condiciones particulares del país que prevalecieron hasta inicios de 2017 -y se actualizan en este trabajo a 2018-, tomando en cuenta aspectos de economía y producción nacional de alimentos, de alimentación y nutrición. Se concluye que la seguridad alimentaria de la población venezolana está seriamente comprometida.

Palabras clave: Seguridad Alimentaria y Nutricional; Venezuela; Desnutrición; Hiperinflación; Escasez de alimentos.



Food security and nutrition in Venezuela.
Aspects of economy and production - food and nutrition

Abstract

Food security and nutrition is discussed from the vision of the Academies of Sciences of the world in a big global project with a common starting point represented by a model authorized by the World Network of Academies of Sciences. With few official data, the Academy of Physical, Mathematical and Natural Sciences (ACFIMAN) addressed the issue in Venezuela in terms of the dimensions that define the concept. Particular conditions of the country were considered that prevailed until the beginning of 2017 -and are updated in this work to 2018-, taking into account aspects of economy and national food production, food and nutrition. It is concluded that the food security of the Venezuelan population is seriously compromised.

Key words: Food Security and Nutrition; Venezuela; Malnutrition; Hyperinflation; Food scarcity.


  1. Universidad de los Andes. FACES-Centro de Investigaciones Agroalimentarias (CIAAL), Academia Nacional de Ciencias Económicas. [email protected]
  2. Facultad de Ciencias, UCV. Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA). ACFIMAN
  3. Facultad de Agronomía, Instituto de Economía Agrícola y Ciencias Sociales, UCV. Observatorio del Derecho a la Alimentación en América Latina y el Caribe. [email protected]
  4. Caritas de Venezuela, [email protected]
  5. Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición. [email protected]
  6. Centro de Estudios del Desarrollo-CENDES. UCV y Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición. [email protected]
  7. Facultad de Ciencias. Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos, UCV. [email protected]

INTRODUCCIÓN

La seguridad alimentaria y nutricional (SAN) es uno de los desafíos globales para el siglo XXI, y la Red Mundial de Academias de Ciencias (IAP) proyectó un libro sobre los desafíos y oportunidades de SAN en el mundo, con el apoyo del Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania, la Leopoldina, Academia Nacional de Ciencias de Alemania y la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS), produciendo el libro “Retos y oportunidades para la seguridad alimentaria y nutricional en las Américas: la visión de las Academias de Ciencias”. La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN), coordinó el capítulo nacional: “Seguridad alimentaria y nutricional en Venezuela. Secuestro agroalimentario de un país: visión y compromiso”, escrito por un amplio equipo multidisciplinario de expertos de universidades nacionales, institutos de investigación, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, etc., (Tapia et al, 2017). Analizar la SAN en Venezuela fue tarea ardua por la falta de información oficial sobre producción, escasez, inflación, pobreza, datos epidemiológicos, de alimentación, nutricionales, de salud y mortalidad, que ha obligado a la comunidad científica y académica, a ONGs, y consultoras, a levantar información en las áreas que la afectan, la cual fue incluida junto a los pocos datos oficiales. El manuscrito se cerró en mayo de 2017. El panorama resultó desalentador. La situación ha empeorado aceleradamente desde entonces. En este trabajo se retoma el tópico abordando aspectos de la economía y producción nacional, así como de alimentación y nutrición que afectan la SAN, actualizándolos a junio de 2018.

METODOLOGÍA

IAP conformó cuatro grupos de trabajo paralelos en cada red académica regional: África, las Américas, Asia, y Europa. Estos grupos regionales colaboraron de forma análoga y avanzaron desde un punto de partida común representado por un modelo autorizado por la IAP con los temas principales que debían ser cubiertos por todos: Garantía de la producción sostenible de alimentos, dietas sostenibles y comunidades sostenibles; promoción de los sistemas de alimentos saludables y aumento del enfoque en la nutrición con un mayor énfasis en la calidad del régimen alimentario, los grupos vulnerables y las decisiones informadas; identificación de los recursos que fomenten la resiliencia, incluida la de los ecosistemas y los mercados internacionales; respuesta y preparación ante el cambio climático y otros cambios ambientales y sociales. Cada uno de los grupos regionales decidió el grado relativo de esfuerzos que destinaría a los diferentes temas y elementos dentro del enfoque de sistemas integrales de alimentos, de acuerdo con las necesidades y las experiencias locales. En este artículo se discuten aspectos de los dos primeros temas.

RESULTADOS

PRODUCCIÓN / DIETAS / COMUNIDADES ¿SOSTENIBLES CON LA ECONOMÍA NACIONAL?

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la SAN se garantiza desde cuatro dimensiones: disponibilidad de alimentos en cantidades suficientes y calidad adecuada suministrados por producción nacional o importaciones; acceso de las personas a los recursos necesarios para adquirir estos alimentos; su utilización biológica adecuada mediante alimentación apropiada, agua potable, sanidad y atención médica para lograr un estado de bienestar nutricional; y estabilidad que garantice la continuidad en el acceso a alimentos adecuados, sin riesgos de interrupciones por crisis repentinas (económicas o climáticas) o por acontecimientos cíclicos, de cualquier índole (FAO, 2011). Para un análisis de la SAN en Venezuela con base en estas dimensiones se consideraron condiciones particulares del país que prevalecieron hasta inicios de 2017: dificultades en el acceso a los alimentos -aún el de productos básicos a precios regulados afectados también por desabastecimiento; elevados precios de productos no regulados -una canasta alimentaria (CA) básica reducida a precios de productos importados o en mercado negro que superaba para inicios de 2017 el precio subsidiado (hasta 9 salarios mínimos), y una CA ampliada equivalente a 20,1 salarios mínimos; control estatal de la importación, racionamiento y control militar en la distribución y venta de alimentos subsidiados: sistema biométrico, terminal de cédula de identidad, y creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, CLAP, con debilitamiento de lugares habituales de compra; y consolidación de un mercado negro y contrabando de alimentos. Al año 2018, la situación se ha deteriorado ostensiblemente con nuevos elementos distorsionadores. Según CENDA (2018), en sus cálculos de la CA de los trabajadores para mayo 2018, con salario mínimo de Bs. 1 millón (15/04/18), se podía adquirir el 1,4% de la CA para el grupo familiar. Una familia requería 72 salarios mínimos para cubrir sus gastos básicos en alimentación. El 20/06/18 se decretó un nuevo aumento salarial a Bs. 3 millones que será atomizado por la hiperinflación y se requerirán muchos más salarios mínimos para cubrir la CA.

La situación de la economía nacional a partir de 2013 y sus perspectivas para 2018 se presentan en la Tabla 1 que recoge los últimos datos publicados (2015) por el Banco Central de Venezuela (BCV) y por otras fuentes para varios indicadores. En 2015 la inflación oficial fue 180,9% y la inflación alimentaria 315%. Estimaciones distintas al BCV (Gutiérrez, 2018), calcularon más de 700% para 2016, y 2000%-3000% para 2017.

Fuente: BCV. (*) 2016 y 2017 Torino Capital y estimaciones propias con base en otras firmas consultoras (Gutiérrez, 2018).
Tabla 1. Economía nacional: Evolución 2013-2017.
Fuente: BCV. (*) 2016 y 2017 Torino Capital y estimaciones propias con base en otras firmas consultoras (Gutiérrez, 2018).

Cálculos realizados por la Asamblea Nacional indican un aumento en el índice de precios al consumidor de 110,1% para mayo 2018, con un acumulado de 2.000% en cinco meses y una inflación anualizada de 24.552% (ANCE, 2018).

Según estimaciones para 2017 del Centro de Investigaciones Agroalimentarias (CIAAL), registradas en el capítulo Venezuela y en el Informe PROVEA-2017 (2018), el país atravesó una insuficiencia crítica de la disponibilidad de energía alimentaria; esto es, la oferta de alimentos totalizando producción e importaciones no es suficiente para cubrir los mínimos de energía requeridos para toda la población. Se estima que la oferta alimentaria posible (DCH: disponibilidad para consumo humano de energía alimentaria/persona/día) es 75,3% (Figura 1) por debajo del 100% establecido en los requerimientos normativos del Instituto Nacional de Nutrición.

Figura 1. Evolución de la Suficiencia de la Disponibilidad para el Consumo Humano (DCH).
Figura 1. Evolución de la Suficiencia de la Disponibilidad para el Consumo Humano (DCH).
Fuente: INN. (*) 2015-2017 son estimaciones con base en un modelo de regresión simple donde el Ln DCH = f (LnPIBPC). R=0,88; F =50,136; LNDCH = -5,4964 +0,92002 LNPIBPC (Gutiérrez, 2018).

Para que una nación se considere en seguridad alimentaria esta suficiencia tendría que ser de 110%. Sin embargo, según MINPPAL-INN (2014), Venezuela superó desde 2007 las 2.720 calorías per cápita, -lo cual, según FAO lo haría un país con suficiencia alimentaria y adecuadas políticas en SAN- y en 2013 subió a 3.108 calorías/persona/día. No es coherente que la DCH calórica aumente precisamente en años en los que disminuyó la producción agrícola e importaciones agroalimentarias por habitante.

A partir de cifras oficiales entregadas a la Security Exchange Commission, y las estimaciones de la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional, el producto interno bruto en 2017 cayó en 17,1%, cuarto año consecutivo de descenso, acumulando desde 2014 un 33,8%. En el mismo período, el retroceso de la producción manufacturera se ubica en 41%; el del consumo en 48%, y el de la inversión real en 69%. (ANCE, 2018). Lo mismo ocurre con el PIB agrícola. La Figura 2 muestra el PIB Agrícola per cápita a precios de 1997.

Figura 2. PIB Agrícola per cápita (precios de 1997).
Figura 2. PIB Agrícola per cápita (precios de 1997).
Fuente: BCV. Estimaciones propias para 2017, sujetas a revisión (Gutiérrez, 2018).

A pesar que la seguridad y soberanía agroalimentaria son objetivos de Estado, el balance alimentario en 2017 es el de una producción nacional reducida con respecto a las demandas alimentarias del país, y el de una disminución drástica de importaciones de alimentos por la caída del ingreso en divisas que el Estado maneja para sus importaciones y para asignar al sector privado del sistema alimentario. A este saldo se añadió como restricción adicional, un mercado reducido y la contracción de la demanda de alimentos por la población debido a la hiperinflación (PROVEA, 2018).

Los precios del petróleo tuvieron una caída de más de 100 US $/barril en 2012, a cerca de 35 US $/ barril promedio en 2016; ello se reflejó en una importante caída de las reservas internacionales: de 43.127 MM $ en 2008 (datos no mostrados en la Tabla 1) a 10.977 MM $ estimado al cierre de 2017, y en la consecuente disminución de las importaciones de bienes no petroleros. No obstante, el precio del petróleo venezolano ha subido, por ejemplo, en la semana de junio l8 al 22 de 2018, el barril promedió 440,47 Yuanes (aproximadamente 66,5 $/barril) mientras que en junio de 2017 fue 40,83 $/barril) (MINPET, 2018). Lo que no aumenta es la producción petrolera. De acuerdo con el reporte mensual de mercado de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la producción de petróleo en Venezuela cayó a 1,392 millones de barriles diarios (mbd) en mayo 2018 (según fuentes secundarias), 1,533 mbd (según comunicación directa) frente a una producción de 3.329.096 barriles diarios en 1998 (OPEP, 2018).

Según Machado-Allison (2018), el valor real de la producción nacional de alimentos (animal, vegetal, pesca y acuicultura) aumentó desde 1992 a 2007 con altibajos, descendió entre ese año y 2011, recuperándose en 2012 y 2013. El crecimiento cesó en 2013 y cayó en 2014, 2015, 2016 y 2017 (Figura 3).

Figura 3. Valor real de la producción nacional (animal, vegetal, pesca, otros) en Bs constantes de 1997. (Machado-Allison, 2018).
Figura 3. Valor real de la producción nacional (animal, vegetal, pesca, otros) en Bs constantes de 1997. (Machado-Allison, 2018).

Por otro lado, la población ha crecido en los últimos 20 años a 1,6% interanual y la producción per capita creció hasta alcanzar, entre 1997 y 2001, más de 700 kg/hab/año. Luego disminuyó a partir del año 2007 y cae a 333 kg/hab/año en el 2017. Esto explica la crisis alimentaria (Machado-Allison, 2018).

El campo venezolano ha sido muy afectado por la economía, la escasez de semillas, insumos, repuestos para maquinarias y la inseguridad. (FEDEAGRO, 2018). La agroindustria ha experimentado situaciones críticas por la incertidumbre política, dificultad en acceso a divisas e incumplimiento con proveedores y pago en divisas, control de precios, dificultad en acceso a maquinaria y repuestos, fallas de electricidad, conflictos laborales, rupturas en las cadenas agroalimentarias (intensa intervención del gobierno sobre los precios, divisas, sistemas de transporte y distribución). En 2017, la imposición inicial de exigir a la industria de alimentos venderle al Estado hasta 50% de la producción llegó de facto a convertirse en 70%. Se expandió además para imponer cuotas también a productores primarios y a mercados municipales (PROVEA, 2018). En junio de 2018 se decretó la intervención de los mercados municipales, y el gobierno exigió a la industria sincerar las estructuras de costos de 50 productos y entregar al Ejecutivo 70% de su producción.

CALIDAD DEL RÉGIMEN ALIMENTARIO, NUTRICIÓN, ATENCIÓN A GRUPOS VULNERABLES

ENCOVI, la Encuesta de Condiciones de Vida realizada por tres importantes universidades y la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición, reporta que 89,4% de los venezolanos percibe que sus ingresos no son suficientes para comprar alimentos. El 78% reconoció haber comido menos en los últimos tres meses. Preguntas adicionales formuladas sobre el dinero para adquirir alimentos, el número de comidas realizadas, las cantidades de alimentos consumidas, acostarse con hambre, etc., registraron respuestas que permitieron clasificar a 80% de los hogares como inseguros desde el punto de vista alimentario (ENCOVI, 2017).

En cuanto a la desnutrición infantil, el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional (SISVAN) no publica datos desde 2007 (INN-SISVAN, 2008). El haber transcurrido 10 años sin datos del SISVAN es una omisión grave. El vacío de información oficial existente ha sido llenado con datos de otras organizaciones. Caritas de Venezuela (2017) presenta los datos más recientes a nivel subnacional para cuatro estados del país en parroquias pobres que operan como “sitios centinela” (Figura 4).

Figura 3. % Niñas y niños con desnutrición aguda moderada y severa (Gam). Índice Peso/Talla. Niños menores de 5 años de parroquias de Dto. Capital, Miranda, Vargas, Zulia, Carabobo, y Bolívar (Venezuela).
Figura 3. % Niñas y niños con desnutrición aguda moderada y severa (Gam). Índice Peso/Talla. Niños menores de 5 años de parroquias de Dto. Capital, Miranda, Vargas, Zulia, Carabobo, y Bolívar (Venezuela).

Se observa 16,8% de desnutrición aguda (emaciación) en niños <5 años, y un 20% adicional de niños en riesgo de desnutrición. Sin ser una muestra nacional, representa una tendencia y referencia aún para organismos internacionales como Unicef que en un comunicado (UNICEF 2018), enfatiza que “aunque no hay cifras Disponiexactas por la falta de información oficial sobre salud y nutrición, y los datos oficiales más recientes datan de 2008, los estudios no oficiales más recientes muestran tasas aún mayores y aunque no representan el total de la población, son un indicador del continuo deterioro del estado nutricional de los niños”.

Según estudios de la Fundación Bengoa en niños preescolares de 3 a 5 años de Maracaibo, Mérida y Caracas, 11,7% presentó retardo en el crecimiento (talla baja y muy baja), y 14,9% se ubicó en riesgo nutricional (PROVEA, 2018).

Se ha evidenciado un cambio brusco en el patrón de compra del venezolano: en 2016 los cuatro primeros productos comprados en todos los niveles socioeconómicos fueron: harina de maíz, harina de trigo, arroz y hortalizas. Las hortalizas y tubérculos desplazaron a proteínas de alto valor biológico (carnes y pollo). En 2017 disminuyó el aporte de harina de maíz. La dieta se centra en arroz, maíz, harina de trigo y tubérculos y la variedad que en 2016 aportaban las hortalizas se redujo de manera significativa en 2017 (ENCOVI, 2017).

El importante rol de la agricultura y los sistemas agroalimentarios en la nutrición y creación de oferta de alimentos saludables y dietas adecuadas, ha sido señalado por agencias internacionales, gobiernos y academia (FAO, 2016). En Venezuela, las políticas de distribución y comercialización de alimentos del gobierno no han sido instrumentos para generar hábitos saludables ni representan una oferta equilibrada para alimentación sana. Han sido más un subsidio universal de alimentos, no diseñado con objetivos nutricionales sino para lograr el acceso a los alimentos.

Los programas sociales para la atención alimentaria y nutricional son llamados “Misión Alimentación”, con una gran red de abastecimiento de alimentos: supermercados Bicentenario, Mercal (Mercado de Alimentos, S.A.), Productora y Distribuidora Venezolana de Alimentos, S.A. (PDVAL), ferias a cielo abierto, bodegas móviles, y otros, que según el Ministerio de la Alimentación, llegó a tener 22 mil puntos de abastecimiento en el territorio nacional, por lo que Venezuela obtuvo reconocimiento de FAO. Pero hoy en día, según FAO, entre 2014 y 2016 las personas subalimentadas se incrementaron en Venezuela a 4.103.863 millones, aproximadamente 13% de la población (FAO, 2017).

La última oferta del Estado al año 2017 para corregir los problemas de acceso y consumo de alimentos fue delegada al ministro de la Defensa, con la “Gran Misión Abastecimiento Soberano” y la creación de los CLAP para distribuir y asignar “casa por casa”, bolsas/cajas con productos a precios regulados. Los volúmenes de alimentos para los CLAP no se garantizan con la producción nacional por lo que se recurre a importaciones. Numerosas observaciones sobre la inequidad en la entrega y su contenido han sido hechas por especialistas (Tapia et al, 2017). El contenido nutricional de los alimentos de las cajas CLAP es bajo en proteínas y vitaminas, y alto en grasas, azúcares y carbohidratos. Los artículos no alcanzan para las necesidades semanales de una familia, y la calidad de algunos, como la leche, es inadecuada. Otros, como la harina de maíz para tortillas, (no para arepas) importada de México, no son culturalmente apropiados ni cumplen con la fortificación con micronutrientes que por ley se da en Venezuela en la harina precocida de maíz (OACDH, 2018).

Transparencia Internacional se dirigió a la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación del Sistema de Naciones Unidas, para alertar sobre la vulneración del derecho a la alimentación en Venezuela y el uso discriminatorio de programas sociales de distribución y abastecimiento de comida a través de los CLAP (Transparencia Internacional, 2018). Finalmente, el Carnet de la Patria, presentado a principios de 2017 como un instrumento para el censo y la automatización de la protección social en el país, expedido para la elegibilidad para todos los beneficios sociales, incluidos los alimentos, la mayoría de ellos otorgados como “Bonos” o transferencias monetarias no condicionales, se ha convertido en una herramienta de control político de la población.

CONCLUSIONES

Las políticas económicas han causado estragos en la producción de alimentos nacional y en las importaciones, causando pobreza, hiperinflación, desabastecimiento, y escasez de los alimentos, mala alimentación y desnutrición, colapso del sistema de salud, vulnerándose todas las dimensiones del concepto de seguridad alimentaria. El gobierno ha creado un grave problema y ante el mismo conduce políticas erráticas buscando fórmulas autoritarias para lograr un abastecimiento pleno. El derecho a la alimentación y la seguridad alimentaria de la población venezolana están seriamente comprometidos.

REFERENCIAS

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