Ciencia contra ideologías: La real confrontación

Bernardino Herrera León

Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación, [email protected]

Resumen

El autor destaca el papel que juegan la ciencia y el humanismo en la formación de una cultura de convivencia social y de los valores de democracia, transparencia, honestidad, productividad versus las ideologías.

Palabras clave: Ciencia; Ideologías; Democracia; Productividad.


Science against ideologies: The real confrontation

Abstract

The author highlights the role of science and humanism in the formation of a culture of social coexistence and the values of democracy, transparency, honesty, productivity versus ideologies.

Key words: Science; Ideologies; Democracy; Productivity.


INTRODUCCIÓN

Presenciamos la confrontación mundial entre la ciencia, por un lado, y las ideologías, por otro, luego de la superación de la llamada Guerra Fría. Por ciencia debemos entender desde los enfoques racionalistas y humanistas, surgidos desde la Edad Moderna hasta las sociedades abiertas de la actualidad, con predominio del Estado de Derecho y el debido proceso, de la cultura democrática y del Estado de Bienestar. La ciencia es el producto más acabado de la racionalidad humana.

Por ideologías entendamos el intento de sustituir la realidad por ideas irrefutables, que se convierten en proyectos de implantación social. Sus consecuencias extremas son las sociedades con regímenes cerrados o con muy poco margen para las libertades públicas. Regímenes totalitarios, dictaduras, teocracias, entre otras modalidades, que se fundamentan en nacionalismos, racismos, clasismos ¬y demás variantes políticas como el fascismo, el nazismo, el comunismo y las versiones caudillaje, como el peronismo, el franquismo, el chavismo entre otros muchos más ismos.

ANÁLISIS

En el mapa abajo, en colores más oscuros, muestra que, en términos de población, dos tercios de la sociedad mundial permanecen cautivo de regímenes no libres o parcialmente libres, caracterizados por el incumplimiento de derechos fundamentales, con sistemas políticos estrictamente controlados. En el caso de los países parcialmente libres, se destacan males como la corrupción, las guerras civiles, la restricción de libertades y la débil aplicación de leyes. Como un patrón que separa a estas tres categorías de países: libres, medianamente libres y sin libertad, se observa el enfrentamiento de la ciencia contra las ideologías. Y este argumento se propone como refutación de la teoría del “choque de civilizaciones”, formulada por Samuel Huntington (1927), en ensayo del mismo nombre, publicado en 1993, en la revista Foreign Affairs. En este ensayo propone que las relaciones internacionales que sobrevendrían luego de la caída del Muro de Berlín estarían caracterizadas por el enfrentamiento entre grandes bloques civilizatorios. En una dinámica de dos tendencias: una, a distanciarse entre sí, y segunda, a relacionarse violentamente. En consecuencia, cabría esperar pocas y excepcionales relaciones de amistad y cooperación entre naciones de civilizaciones distintas.

Figura 1: Mapa de países libres según la ONG Freedom House.
Figura 1: Mapa de países libres según la ONG Freedom House.

Esta tesis del choque de civilizaciones ya había sido esbozada por el historiador Arnold Toynbee, a principios del siglo XX, intentando explicar el patrón de enfrentamientos bélicos desde la antigüedad y la Edad Media. Pero luego, fue popularizada por Oswald Spengler, con su ensayo La decadencia de occidente, publicada en 1923. Pero estas teorías no lograban explicar el por qué aparecen y fortalecen los estados nacionales. Tampoco podía explicar los sincretismos culturales como consecuencia de las diferentes olas migratorias, o los cambios culturales que resultaron de las experiencias coloniales que llevaron a cabo las monarquías europeas en el resto de los continentes.

Son obvias las grandes diferencias culturales entre los diferentes grupos humanos, como también las brechas idiomáticas. Sin embargo, la civilización humana ha confirmado experiencias y avances en materia de integración y de cooperación entre sociedades radicalmente distintas. Sobre todo, después de las destructivas guerras mundiales, en la primera mitad del siglo XX. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en octubre de 1948 y la fundación de la ONU, que hoy cuenta actualmente con 193 estados miembros, según el boletín Las Naciones Unidas hoy, 2012, son formidables ejemplos de esa tendencia histórica intercultural.

Otra refutación de la teoría del choque de civilizaciones es la aparición de nuevas naciones dentro de un mismo bloque civilizatorio, por diferentes causas como nacionalismos, corrientes religiosas, grupos étnicos históricos que reclaman tanto reconocimiento como territorialidad. Asimismo, la aparición de movimientos políticos, sociales y culturales en el interior de dichos bloques civilizatorios, que demandan y presionan reformas a sus autocracias, teocracias y regímenes de pocas o nulas libertades.

La cooperación y la integración entre países ha avanzado lenta pero progresivamente, desde el surgimiento de las ideas liberales e ilustradas, en el siglo XVII y XVIII. Aquellas ideas comenzaron a concretarse con las experiencias políticas de la independencia de los Estados Unidos de América, y de la Revolución Francesa, ambas a fines del siglo XVIII.

Esos cambios políticos, que fueron extraordinarios en aquel contexto de predominio absolutista y religioso, pueden resumirse en tres formidables eventos históricos: uno, el paso de las monarquías absolutas a las repúblicas y/o monarquías constitucionales. Dos, de la supremacía religiosa sobre toda forma de pensamiento, a la libertad de culto y el Estado laico. Y tres, de los mercados y economías severamente desconectadas y controladas a los mercados y comercio abiertos, y la consolidación de los derechos de propiedad. Todos estos eventos se resumen en la Modernidad.

En 1971, el historiador Ernst Nolte, en un libro de título La crisis del movimiento liberal y los movimientos fascistas, formuló la tesis según la cual los poderosos movimientos totalitarios que dominaron a Europa, en la primera mitad del siglo XX, surgieron como respuesta en contra de los avances del liberalismo. Argumentaba Nolte, que el fascismo italiano se proponía como el representante legítimo de la gloria del Imperio Romano. Que el nazismo, por su parte, aspiraba el regreso esplendoroso de las tribus germánicas. Y que el comunismo soviético reclamaba el estado de justicia natural del comunismo primitivo que supuestamente existió antes de la aparición de la propiedad privada y las clases sociales, como afirmaban Marx y Engels. Pero, lo que realmente sostuvo a esos crueles y violentos movimientos políticos fue su odio extremo contra el liberalismo por su propuesta de sociedad de libertades como la condición universal de la humanidad. Así que el fascismo promovía la supremacía de los fuertes sobre los débiles. El nazismo la superioridad de la raza aria. Y el comunismo el poder de una clase social sobre otras.

De modo similar, las monarquías absolutistas de la Edad Media confrontaron y persiguieron las disidencias religiosas y las rebeldías locales, tanto de los campesinos como de los nobles. Los estados nacionales resultantes de las monarquías absolutistas, a fines de la Edad Media, se erigieron por la fuerza de suprimir las identidades locales, de absorber y asimilar las tribus europeas, de centralizar su poder administrativo y de imponer el control político y militar de sus territorios.

La reciente aparición de nuevos países, en las últimas décadas, se explica porque aquellas tradiciones locales y tribales suprimidas desde la antigüedad han logrado sobrevivir el paso del tiempo y las persecuciones, esperando la oportunidad de resurgir de las cenizas. El avance de las sociedades abiertas y democráticas, la consolidación del Estado de Derecho, expansión de la cultura de la libertad, entre otras consecuencias de la Modernidad, han ofrecido a todas aquellas naciones agazapadas de la historia la oportunidad para renacer. Ha sido posible gracias al racionalismo liberal.

En algunas ocasiones, esos nuevos países aparecen cuando se desploman los regímenes autoritarios que les sometieron. Algunos, no necesitaron la violencia como medio para proclamarse como nación. Un ejemplo formidable lo fue el desmoronamiento de la Unión Soviética, que liberó un puñado de repúblicas, desde los países del Báltico hasta los de la Europa del Este.

En otros casos, la violencia ha sido el modo preferido por los movimientos nacionalistas, sumergidos en esa ideología de odio extremo. Un caso extremo fue el de la antigua Yugoslavia, que luego de zafarse del dominio soviético y del régimen autoritario comunista, sufrieron una cruenta guerra civil, en la que se mezclaron diversas ideologías: nacionalismo, fundamentalismo religioso, racismo.

Pueden citarse más casos, incluso recientes. Los recurrentes atentados terroristas ocurridos en ciudades europeas, norteamericanas, en Oriente Medio y en Asia. Estos trágicos eventos, donde las víctimas son mayormente civiles, no responden al modelo de “choque de civilizaciones” de la tesis de Huntington. Responden más bien al modelo las ideologías, en su odio extremo contra toda forma de racionalidad, ciencia, humanismo, liberalismo y convivencia social. El autodenominado “Estado Islámico” arremete contra todas las culturas que le son “infieles” a su fe, incluyendo la violencia extrema contra los pueblos de tradición islámica (Pérez Ventura, 2014). El enemigo del fundamentalismo religioso, y esto lo comparten todas las ideologías, no es la cultura occidental. El enemigo de las ideologías son las ideas liberales.

Desde esta perspectiva, resulta más útil desechar la refutada tesis del choque de civilizaciones y aplicar más bien los criterios de ideología contra ciencia. Es útil para destacar la importancia de la racionalidad como mecanismo sensato de administración de las ideas. Útil para asumir como imprescindible la cultura de la convivencia social. Útil para comprender que el enemigo de la sociedad democrática son las ideologías, en especial las más extremistas y conflictivistas.

CONCLUSIONES

Las ideologías han existido por milenos. Y probablemente continuarán existiendo por más tiempo. Tendremos religiones que, transgrediendo los límites de su función como base moral de la sociedad se conviertan en ideologías que pretendan imponerse como sistema monopólico para toda la sociedad. Tendremos sin dudas por mucho tiempo nacionalismos, xenofobias, intolerancia religiosa, racismos, clasismos, prejuicios de género. Por un tiempo, las ideologías tendrán que aprender a convivir con la cultura liberal de las sociedades abiertas. Tendrán que respetar las leyes que garanticen las libertades individuales y el principio más sencillo y elemental del liberalismo: los derechos individuales terminan donde comienzan los derechos individuales. Tendrán que aprender a convivir en paz si quieren sobrevivir al inevitable desarrollo de la Modernidad, que ha lograr que casi la mitad de las naciones en el mundo sean democráticas y medianamente democráticas.

Pero la experiencia histórica alerta que las ideologías siempre intentarán emerger como opciones totalitarias, cada vez que se les presente una oportunidad.

Nada puede negar que las religiones modernas, judaísmo, taoísmo, cristianismo e islamismo, que suman la mayor cantidad de fieles en el mundo, hayan aportado parte sustancial de la moral milenaria que aún está vigente en la vida contemporánea. La heredamos universalmente. Pero tampoco puede afirmarse que las religiones ostenten el origen y monopolio de la moral social. En la antigüedad, las tradiciones filosóficas clásicas ya habían aportado grandes trazos deontológicos, como el juramento hipocrático, en el 400 antes de Cristo, por ejemplo. Y más acá en el tiempo. Adam Smith (1794), autor de una destacada obra científica, La riqueza de las naciones, publicada en 1776, desarrolla todo un tratado de ética para la economía, que en buena medida tiene un origen laico. Creía Smith, como filósofo que fue, que la moral no emana de las normas de diseño, sino de la innata condición universal del hombre. Que el ser humano es, por naturaleza, un ser moral. Fue, sin duda un humanista nato.

Mientras más claridad tengamos sobre el extraordinario papel que juegan la ciencia y el humanismo en la formación y consolidación de una cultura de convivencia social y de los valores de democracia, transparencia, honestidad y productividad, menos posibilidades se ofrecerán a las ideologías para fracturar y destruir a la sociedad. Es posible que, en el futuro, las ideologías se reduzcan al nivel del cero riesgo.

La ciencia y el humanismo son enfoques apenas recientes en la historia de la Humanidad. Sin embargo, con el poco tiempo histórico que lleva en la cultura humana, ha logrado cambiar radicalmente al mundo. Y apenas ha comenzado el cambio. Queda aún mucho qué hacer.

REFERENCIAS

  1. BERMAN M. (1988). “Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad”. Siglo XXI, Madrid.
  2. HUNTINGTON, S. (2001). “¿Choque de civilizaciones?” En: Teorema. Vol. 20, No,1-2. Pp. 125-148.
  3. INDIC, T. (1993). “Nacionalismos en Yugoslavia: Antecedentes y problemas actuales”. Pp.35-43. https://dialnet.unirioja. es/descarga/articulo/66367.pdf. Consulta: 05.01.2017. MAPA DE PAÍSES LIBRES. https://www.google.co.ve/search?q=sistemas+politicos+del+mundo&tbm=-isch&tbs=simg:CAQSlQEJbd6fMMpE-sAaiQELEKjU2AQaAggBDAsQsIynCBpiCmAIAxIoswPWCNAI0gjGB8UHzwjYCdEI1QjxPvA--D7vPvM-myncKZo5-z-ZORowiCn6_1p7zKMcpkS-DzEKOg4aWXB2KEsFCrgvTNI_1lywgz4JQposhmAKz52gpZhtNYIAQMCxCOrv4IGgoKCAgBEgRmN79yDA&sa=X&ved=0ahUKEwjM2umL6afVAhXiKJoKHTYBCPcQwg4IIigA&biw=1360&bih=662#imgrc=8ye02gMjAY5EUM: Consultado: 13.12.2016.
  4. NOLTE, E. (1971). La crisis del sistema liberal y los movimientos fascistas. Edicions 62. Barcelona, ES.
  5. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS. (2008). “Declaración Universal de los Derechos Humanos” United Nations, Portal de Recursos Educativos Abiertos (REA) http://www.temoa.info/es/node/19618.
  6. ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS. (2012). “Estados miembros”. En: Boletín Las Naciones Unidas hoy. ONU. Nueva York.
  7. PÉREZ VENTURA, J. (2014). “Estado Islámico, el nuevo enemigo. El Orden Mundial en el Siglo XXI”. http://elordenmundial.com/2014/08/24/estado-islamico-elnuevo-enemigo/. Consulta: 13.12.2016.
  8. SMITH, A. (1794). “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”. 4 vol. Valladolid. Oficina de la Viuda é Hijos de Santander.
  9. SPENGLER, O. (1998). “La decadencia de occidente: Bosquejo de una morfología de la Historia Universal”. Espasa Calpe. Barcelona, Es.