Dr. José Gregorio Hernández Cisneros. Ilustre Venezolano, Estudiante, Médico, Profesor e Investigador de la Universidad Central de Venezuela

María Isabel Giacopini de Zambrano

Instituto de Medicina Experimental “Dr. José Gregorio Hernández”. Facultad de Medicina.
Universidad Central de Venezuela
correo-e: [email protected]

Resumen

El 26 de octubre de 2014, se cumplen 150 años del natalicio del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, ilustre venezolano medico, profesor e investigador de la Universidad Central de Venezuela. El presente trabajo se refiere a la vida de ese ilustre venezolano desde su nacimiento hasta su muerte, destacándose su labor como docente e investigador en el proceso de transformación de los estudios médicos a finales del siglo XIX, al crear cuatro cátedras Fisiología Experimental, Histología Normal y patológica y Bacteriología contribuyendo en la iniciación y desarrollo de la medicina experimental en Venezuela, motivo por el cual el Instituto de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela lleva su nombre. Fundó la primera cátedra de Bacteriología en América y el primero en realizar publicaciones en está área en nuestro país. Además de sus publicaciones el Dr. Hernández nos dejó un legado de médicos que continuaron su obra y ayudaron en la construcción de Venezuela.

Palabras clave: Dr. José Gregorio Hernández - Medicina Experimental.

Dr. José Gregorio Hernández Cisneros. Venezuelan Illustrious, Student, Doctor, Professor and Research er at the Central University of Venezuela

Abstract

The October 26, 2014, marks the 150th anniversary of the birth of Dr. Jose Gregorio Hernandez Cisneros, Venezuelan illustrious physician, professor and researcher at the Central University of Venezuela. This paper deals with the life of that illustrious Venezuelan from birth to death, highlighting his work as a teacher and researcher in the process of transformation of medical studies in the late nineteenth century, to create four chairs Experimental Physiology, Histology Normal Bacteriology and pathology and contributing to the initiation and development of in Venezuela, which is why the Institute of experimental Medicine, Central University experimental in Venezuela, which is why the Institute of Experimental Medicine of the Central University of Venezuela bears his name. He founded the first chair of bacteriology in America and the first to publications in this area in our country. In addition to his publications, Dr. Hernandez left a legacy of doctors who continued his work and helped in the construction of Venezuela.

Keywords: Dr. José Gregorio Hernández; Experimental Medicine; Venezuelan doctors; Venezuela.

Antecedentes genealógicos y nacimiento

El Dr. José Gregorio Hernández Cisneros procede en línea directa de los Hernández Yangüas, que llegan a Venezuela procedentes de Colombia en 1734, siendo Gobernador de Caracas Don Ruy Hernández. Don César Hernández de Yangüas se estableció en Boconó, y es de esta rama de los Hernández que desciende Benigno María Hernández y Manzaneda, quien nació en Boconó el 13 de febrero de 1830, hijo de Remigio Hernández de Yangüas y Febres Cordero y Lorenza Ana Manzaneda Salas (De Gema, 1950).

Benigno María Hernández y Manzaneda, joven y huérfano de madre se traslada a instancias de su padre al Estado Zamora, actual Estado Barinas, a la Villa de Nuestra Señora de Pedraza, donde se estableció por las condiciones favorables de este sitio para desarrollar actividades comerciales con otras regiones del país (De Gema, 1950).

En Pedraza, Don Benigno conoció a Josefa Antonia Cisneros Mansilla, hermosa joven lugareña, de quien se enamoró y se comprometió en matrimonio. Sin embargo, Benigno Hernández y Manzaneda, su hermana María Luisa y su novia Josefa Antonia al igual que otros habitantes de este estado, se vieron obligados a huir por los caminos de montaña hacia la cordillera de los Andes, para ponerse a salvo de los enfrentamientos bélicos de la Guerra Federal (1859-1863), cuyas acciones se centraron en esta región de los llanos venezolanos (Suárez, 2000, De Gema, 1950).

Esta guerra también conocida como Guerra Larga o Guerra de los Cuatro Años es considerada el enfrentamiento bélico más largo y costoso para Venezuela tras su independencia. La Guerra Federal, no comprometió a todo el territorio nacional, regiones enteras como Zulia, Guayana o los Andes, se mantuvieron al margen, lo cual permitió su desarrollo económico ya que no fueron devastadas ni dañadas como las zonas donde se produjeron enfrentamientos (Giacopini, 2001 no publicado).

Después de una larga y penosa travesía, Benigno María, con Josefa Antonia y María Luisa llega a Boconó, su ciudad natal, donde encuentran gente amiga que lo ayuda a comenzar una nueva etapa de su vida en Isnotú, pequeña localidad trujillana propicia para dedicarse al comercio, ya que durante el siglo XIX, este pueblo era lugar de tránsito de viajeros que realizaban intercambios comerciales entre los Andes y las poblaciones de la costa del sur del Lago de Maracaibo. Aquí estableció una típica bodega o pulpería de la época en la parte delantera de la casa, donde se vendían los productos de consumo de los arrieros que transitaban por esta localidad y habitantes del pueblo como: café, papelón, queso, granos, tabaco, chimó, jabones, telas, y otros productos. También vende plantas medicinales y medicamentos, ya que el fungía de médico en el pueblo y sus alrededores (Suárez, 2000).

Una vez establecido en Isnotú, Benigno María Hernández y Manzaneda contrae nupcias con Josefa Antonia Cisneros Mansilla el 22 de octubre de1862. De este matrimonio nace el 26 de octubre de 1864, en Isnotú, hoy Municipio Libertad, del Distrito Betijoque, en el Estado Trujillo, un niño a quien dieron por nombre José Gregorio quien como señala J.M. Núñez Ponte “quien adscrito a un gran destino en su Patria, esclarecería con resplandor de gloria, el corto horizonte de su ignorado terruño” (Núñez.1924).

Inicio de su formación

La infancia de José Gregorio transcurrió en su pueblo natal, rodeado de su familia y personas dedicadas al campo, por ser la agricultura la principal base económica de Escuque, llevó una vida igual a la de otros niños andinos, correteando por esos hermosos parajes de su pueblo natal y jugando esos juegos tradicionales papagayo, trompo, metras, que han quedado como una evidencia del pasado.

Ese extraordinario médico, profesor e investigador que será José Gregorio se forjó lentamente. Desde su infancia y a lo largo de su vida se observa que diferentes personas como sus padres, sus maestros y profesores le ofrecieron los elementos necesarios para desarrollar armónica y coherentemente todas y cada una de las dimensiones del ser humano (ética, espiritual, afectiva, cognitiva, comunicativa, socio- política). Su madre no solo le enseñó los conocimientos básicos de leer, escribir, gramática, los números, Historia Sagrada y el catecismo, sino también le enseñó a través del ejemplo la caridad con los pobres y enfermos, la generosidad, la piedad, así como el fervor religioso que creció en el con el transcurrir del tiempo. Mientras que como señalará luego de adulto, aprendió de su padre lo que es el sacrificio en la profesión de médico, la voluntad, la fidelidad a sus deberes y compromisos, así como el sentido de la prudencia y la justicia.

Cuando José Gregorio, contaba con ocho años, y eran cinco sus hermanos (María Isolina del Carmen, María Sofía, Cesar Benigno, José Benjamín, Josefa Antonia) recibe un fuerte golpe, muere su madre. José Gregorio, teniendo ya la edad para iniciar sus estudios escolarizados, es inscrito en la única escuela de la localidad, regentada por el Señor Pedro Celestino Sánchez, muy conocido y estimado por toda la comarca trujillana, marino de profesión, y con una pasión laudable de enseñar. Con Don Pedro Celestino, José Gregorio continuó y reforzó aquellas enseñanzas impartidas por su madre, destacándose entre sus compañeros por su puntualidad e interés en los estudios (Yáber, 2004).

El maestro Sánchez, despertó en este niño esa avidez de conocimientos, y luego de unos años, informó a Don Benigno Hernández que él consideraba que no tenía más que enseñar a su hijo, y que no convenía desaprovechar aquellas cualidades que resaltaban en la inteligencia privilegiada de José Gregorio. Su consejo era que lo enviará cuanto antes a Caracas a perfeccionar sus estudios, porque este niño era nacido para la Ciencia y las Letras (Núñez, 1924). Podemos afirmar, que Don Pedro Celestino, era un verdadero maestro que aunque no se había preparado específicamente para esa delicada e importantísima actividad, había podido constatar a través de su experiencia las aptitudes de aquel alumno, y gracias a su acertada sugerencia continuó desarrollándose ese extraordinario talento.

Estudios pre universitarios

El padre de José Gregorio, atendió la recomendación del maestro Sánchez y los deseos del niño de continuar estudiando. En febrero de 1879, cuando José Gregorio había cumplido los trece años, ingresó en el colegio entonces más acreditado de Caracas, el Colegio “Villegas” en calidad de interno. El prestigio del colegio se basaba en su método de enseñanza, cuyo objetivo principal es lograr que los alumnos aprendieran a pensar, razonar y madurar juicios y opiniones. Aquí recibió una educación esmerada, según un esquema de enseñanza que rompía con la práctica tradicional de memorizar y repetir, inspirado en las ideas de la corriente positivista que imperaban en esa época. El Dr. Villegas, fundador de este colegio quería transmitir una educación encaminada a apreciar la paz, la democracia, la libertad y la República.

En este colegio incursionó por primera vez en el campo de la docencia, cuando siendo todavía estudiante de primer año de Filosofía, le confían el cargo de Profesor de Aritmética de una de las secciones del Colegio Villegas, asignatura en la cual era muy aventajado Hernández (De Gema, 1950). Aquí José Gregorio, bajo la sabia tutela intelectual del Dr. Villegas, abogado, político y quien desempeñó una gran labor educativa en Venezuela, realizó los cursos de Preparatoria y Filosófico, hasta optar en la Universidad al primer lauro del Bachillerato. El 8 de junio de 1882, recibió el título de Bachiller en Filosofía con notas sobresalientes (Yáber, 2009).

Podemos concluir que el Dr. Guillermo Tell Villegas, no solo lo instruyó, sino continuó la formación recibida en Isnotú como ciudadano amante de la paz, la libertad y amor a la Patria. En el Colegio Villegas, José Gregorio adquirió las herramientas necesarias para enfrentar con éxito los estudios de medicina y posteriormente aplicar el modelo de enseñanza de este colegio como docente de los estudios médicos. Igualmente, se observa la influencia de los cursos de Preparatoria y Filosófico realizados bajo la tutela del Dr. Villegas, en su publicación Elementos Filosóficos.

Estudios universitarios

Culminados sus estudios de bachillerato brillantemente, ingresa inmediatamente a la Escuela de Medicina de la Universidad Central, donde se destaca desde el principio no solo por su talento, aplicación y aprovechamiento en las asignaturas sino también por su conducta ejemplar (Sanabria, 1977, De Gema, 1950).

Durante esta etapa de estudiante universitario, gracias a la amistad con Santos Dominici, tiene la oportunidad de tener acceso a la biblioteca del Dr. Aníbal Dominici, Rector de la universidad, abundante en obras de medicina y sobre todo de las obras más recientes y completas editadas en Francia sobre todas las materias; Anatomía, Fisiología, Patología, Terapéutica y otras. Hernández, le explicaba los temas de medicina a Santos Dominici, tres años inferiores a él en los estudios, y es así como tuvo acceso a estos libros y adquirió los conocimientos más actualizados en la medicina de la época, que no eran impartidos en la facultad. (De Gema 1950).

Transcurridos seis años, el 19 de junio de 1888, el Bachiller José Gregorio Hernández optó al grado de Bachiller en Ciencias Médicas, resultando muy satisfactoria la presentación de su prueba. Cumplido este requisito, diez días después, el 29 de junio de ese mismo año, presentó el examen para optar al grado de Doctor en Ciencias Médicas, el cual ha sido reseñado como un hecho memorable por la claridad del expositor y el dominio que poseía de los temas, lo cual lo hizo merecedor de la calificación de “sobresaliente por unanimidad” por parte del Jurado (Yáber 2009, Sanabria 1977).

El 29 de junio de 1888, el Rector de la Universidad Central de Venezuela Dr. Aníbal Dominici le otorgó el título de Médico y le dijo estas palabras promisorias: “Venezuela y la Medicina esperan mucho del Dr. José Gregorio Hernández” (Núñez, 1924).

Inicios como profesional

Una vez graduado, se dirige a su pueblo natal, por considerar que es su deber atender a los habitantes de Trujillo. Al incursionar como profesional en distintos pueblos andinos puede constatar que no había médicos en la región sino curanderos recelosos que no estaban dispuestos a perder su área de influencia y darle el paso al joven médico graduado. Por eso se ve obligado a dirigirse al oriente del país, en busca de una plaza que cubra sus expectativas como médico, y al no conseguirla se regresó a Caracas donde lucharía por abrirse un porvenir y lograr su objetivo de viajar a Europa para continuar su formación como médico (Suárez 2000). Este deseo del Dr. Hernández, obedecía a que el tenía conocimiento de los grandes avances que estaban ocurriendo en el área de la medicina para la época en Europa, y que no habían llegado a Venezuela.

Este regreso de Hernández a Caracas, coincide providencialmente con la llegada a la presidencia del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, un presidente progresista, quien con el asesoramiento del eminente Dr. Calixto González, da el primer paso para la modernización de la medicina en el país, como son los decretos de la construcción del Hospital Vargas (Gaceta Oficial con el Nº 411, el 16 de agosto de 1888), y la introducción en los estudios de asignaturas nuevas, de utilidad y trascendencia efectiva, reclamada por la evolución de las Ciencias (Ávila, 1996).

En esa época la salud pública era precaria en el país, y los hospitales de Caracas no pasaban de ser casas donde se encontraban hacinados los enfermos. El presidente de la República Dr. Rojas Paúl, con la construcción del Hospital Dr. José María Vargas, quiso dotar a la capital de una institución como aquella, esencial para Caracas, pues las existentes hasta entonces eran inadecuadas. Además, aparte de sus funciones como centro de salud debería cumplir con funciones educativas (Ávila, 1996).

Pero estos decretos exigían la formación de un individuo que se hiciera cargo de la implementación del dictado de las nuevas asignaturas. Es así que el Presidente Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, por decreto ejecutivo del 31 de julio de 1889, dispone enviar a la ciudad de Paris a un joven médico venezolano con aptitudes reconocidas, para que se forme en teoría y práctica en microscopia, histología normal y patológica, bacteriología y fisiología experimental. El candidato se comprometía a informar de su gestión periódicamente, y a su regreso fundar las cátedras previstas. Adjudicando la beca (Bs. 600), con el voto del Consejo Federal, al ciudadano Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, en quien ventajosamente concurren las favorables circunstancias personales a las que se refiere la resolución (Yáber, 2009).

Estudios en Francia (París)

En Paris (1889-1891) Hernández se distinguió, al igual que en su patria, por su dedicación al estudio como lo afirmaron insignes profesores con quienes trabajó. Hernández inicia su formación en el Laboratorio de Histología y Embriología bajo la tutoría del profesor Mathias Duval, donde aprendió técnicas y prácticas de laboratorio, fundamentos de la teoría celular, la historia de la anatomía microscópica y se adentró en el campo de la embriología. Al cabo de ocho meses, Duval emitirá una constancia donde expresa su orgullo de haber formado un individuo con la aptitud, conocimientos y capacidad práctica en esta área del conocimiento como el Dr. Hernández (Yáber, 2004).

Luego, realizó la pasantía en el laboratorio de Fisiología Experimental bajo la dirección del profesor Charles Richet (Premio Nobel en 1913) cuyo mérito de haber trabajado con Etienne J Merey, un destacado discípulo de Claude Bernard (1813-1878) lo familiarizó con la obra del máximo exponente de la medicina experimental en Francia. Fue así como pudo fundar después, en la Universidad Central de Venezuela, el Laboratorio de Fisiología Experimental iniciándose la Medicina Experimental en Venezuela (Yáber, 2014).

En febrero de 1891, ingresó en el laboratorio del profesor Isidore Strauss, donde completó su preparación en bacteriología. Strauss le instruirá sobre los principios de microbiología y bacteriología, así como las vacunas preventivas del carbunco y la rabia (Yáber, 2009, Yáber, 2014).

Estos años de estadía del Dr. Hernández en París, no solo le permitió sintonizar con las tendencias más avanzadas de la medicina de la época, sino intercambiar ideas y opiniones respecto a cómo incidir para mejorar, a su regreso, la medicina en nuestro país.

Dr. Hernández, docente universitario

Culminados sus estudios y con un gran acervo de conocimientos, el Dr. Hernández escribió al Ministro de Instrucción Pública “Pronto como estoy a realizar el objeto primordial de esta misión, es decir la introducción en nuestro país de los estudios que constituyen el principal orgullo de la ciencia moderna, me apresuro a enviar a usted, la lista de los instrumentos, aparatos y enseres necesarios para la fundación del Laboratorio de Fisiología Experimental y Bacteriología de la Ilustre Universidad Central de Venezuela…” El Presidente de la República Dr. Raimundo Andueza Palacio, sucesor del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, conocedor de la capacidad y notas obtenidas en sus estudios en Europa, acepto su solicitud y le confió traer a Venezuela todo lo que el consideraba necesario para la instalación del mencionado laboratorio (Suárez y Bethencourt, 2000).

El 4 de noviembre de 1891, el presidente Dr. Raimundo Andueza Palacios, dictó un decreto donde ordenaba la creación de los estudios de histología, fisiología experimental y bacteriología en la Universidad Central de Venezuela. Además, nombra con el voto del Consejo Federal al ciudadano Dr. José Gregorio Hernández catedrático de las asignaturas creadas por el decreto anterior.

El 6 de noviembre de 1891, el Rector de la Universidad Central de Venezuela Dr. Elías Rodríguez juramentó como profesor universitario al Dr. José Gregorio Hernández Cisneros y lo puso al frente de las mencionadas cátedras y del Laboratorio respectivo. Es así como fue creada la primera cátedra de Bacteriología en América, y donde Hernández introdujo a Venezuela la enseñanza del uso y manejo del microscopio, así como las técnicas de estudio de tejidos y cultivo de microbios iniciándose la etapa verdaderamente científica de la medicina venezolana.

El Dr. Hernández, dando cumplimiento a la labor encomendada por Decreto Presidencial, instaló, en el edificio de la Universidad Central de Venezuela, el Laboratorio de Fisiología Experimental y Bacteriología, el primer laboratorio de Medicina Experimental en Venezuela. Para ello trajo los equipos, materiales y reactivos requeridos para poner a punto en el país las técnicas y procedimientos adquiridos en Francia, entre los que podemos citar los cuatro primeros microscopios modernos de 420, 865, 1250 y 1500 diámetros (microscopios fabricados por Zeiss que tenían una serie de lentes según los planos de Abbé, lo que permitía, resolver las estructuras hasta los límites teóricos de la luz visible y otros enseres de técnica histológica como fueron los tres microtomos de marcas: Reichert, Cambridge, y Ranvier, cámaras de contaje hematológico, reactivos y numerosos colorantes. Así como los libros de técnica microscópica de Duval, y textos de histología, hematología, bacteriología, fisiología y anatomía patológica (Vélez, 1977).

Es importante señalar que con la llegada del Dr. Hernández los estudiantes de medicina de esa época, adquirieron conocimientos de técnica histológica al ser incluida en el programa de histología, cuyo primer tema versaba sobre técnica general, donde se exponían los reactivos, métodos histológicos y conservación de preparaciones.

En la cátedra de histología normal y patológica el Dr. Hernández formó alumnos destacados en técnica histológica a los cuales nombró preparadores de la cátedra, quienes en realidad también fueron técnicos histólogos. Entre ellos se mencionan los bachilleres: Rafael Pino Pou, Rafael Ernesto López, Alberto Fernández, Andrés Herrera Vegas, Martín Vegas, José H. Cardozo, Luís Felipe González, Rafael López, Juan Barroeta, Horario Bello, Leopoldo Aguerrevere y Rafael Rángel (Vélez, 1977).

El Dr. Hernández es considerado el impulsor y pionero de la verdadera docencia científica y pedagógica en Venezuela, basada en lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio (Yáber, 2009). Mucho se ha escrito sobre su labor como bacteriólogo y fisiólogo, quien cultivó y coloreó los microbios por primera vez entre nosotros y practicó experimentos en animales, pero no se le ha reconocido como pionero en Venezuela de la enseñanza de lo que hoy llamamos principios de la Bioética aplicados a la investigación científica. Tal fue su sensibilidad y amor por sus semejantes que uno de sus discípulos el Dr. José Izquierdo escribió sobre el particular “.extendiendo su bondad hasta los animales, nos insinuaba con ahínco, como un dolor moral, que todo experimento debe ser hecho bajo anestesia clorofórmica, aunque se tratase de los animales más viles o en apariencia más insensibles, y así nos demostraba como se dormía una rana o una sanguijuela, echando unas gotas de cloroformo en el agua en que estaban sumergidas...”. (Díaz, 1980). De lo que podemos deducir que el Dr. Hernández, se adelantó a los tiempos, así como trajo las bases fundamentales para la enseñanza de una medicina científica, también practicó y transmitió a sus alumnos lo que hoy llamamos principios de la Bioética aplicados a la investigación científica, establecidos en el Código de Ética para la Vida, Capítulo III, Normas para la utilización de los animales en investigación, aparte 4: “Tanto en la investigación como en la docencia, los procedimientos que causan dolor o sufrimiento que no sean momentáneos o mínimos, se deben realizar después de administrar sedantes, analgésicos o anestésicos según las prácticas aceptadas en la medicina veterinaria” (MCTI, 2010).

Como docente, se caracterizó por dar a comprender la importancia de su aula, demostrando tener un dominio de sus conocimientos y una gran autoridad fundamentada no solo en el conocimiento sino en sus sólidos principios éticos y morales. El consideraba que para ser un buen médico y docente había que estar, al tanto de los avances de la ciencia, por lo que en su biblioteca no faltaban los libros y revistas más actualizadas de países como Francia, Alemania y otros. El 15 de junio de 1906, solicitó ante el Ministerio de Instrucción Pública la jubilación del cargo de profesor universitario. Sin embargo, no le fue concedida por tener menos de 20 años de servicio ininterrumpido. En vista de tener solo 14 años y siete meses de servicio introdujo su obra titulada Elementos de bacteriología, la cual fue acreditada para su jubilación, que le fue concedida el 20 de junio de 1906. Sin embargo, a pesar de estar jubilado continuó dictando sus clases hasta mayo de 1908 cuando toma la determinación de abandonar su vida seglar, e ingresar a la Cartuja de Farnetta. Italia (Sanabria, 1977).

Por razones que escapan de su voluntad no pudo continuar en la vida monástica, y regresa a Venezuela el 21 de abril de 1909, y el 17 de mayo de ese mismo año el Ministerio de Instrucción Pública en respuesta a una solicitud de los estudiantes de medicina, es reincorporado como catedrático de las cátedras de Histología, Bacteriología y Fisiología Experimental (Suárez y Bethencourt, 2000).

El 14 de septiembre de 1909 es nombrado profesor de otra Cátedra, esta vez la de Anatomía Patológica Práctica, la cual funcionó anexa al Laboratorio del Hospital Vargas, y de la cual se encargó hasta la creación de la Cátedra de Anatomía Patológica de la Universidad Central con asiento en el Instituto Anatómico y que fue regentada por el Dr. Felipe Guevara Rojas, en 1911. Esta segunda etapa como docente finalizó el 1 de octubre de 1912 cuando el Ministro de Instrucción Pública dispuso la clausura de la Universidad Central por tiempo indefinido.

El Dr. Hernández inicia en enero de 1916, su última etapa como docente en la escuela de medicina oficial, en la esquina de San Lorenzo. Durante este periodo, se desempeñó como titular en las cátedras de Histología, Fisiología Experimental, Bacteriología y parasitología hasta su fallecimiento. En 1917 viajó a Estados Unidos y a Europa para completar estudios avanzados de Embriología e Histología, con miras a modernizar el estudio de esas disciplinas en Venezuela, y a reunir el material necesario para los nuevos textos que pensaba publicar proyecto truncado por su muerte (Yáber, 2009).

La cualidad más sobresaliente del Dr. Hernández como docente y médico, fue que transmitió sin reserva alguna, todo el acervo de sus conocimientos, ya que él consideraba que su labor era formar hombres que dejaran muy en alto el nombre de Venezuela y fueran útiles a ésta y a sus semejantes, particularmente a los más necesitados. Demostrando así su profundo amor a la Patria y al prójimo como lo evidencia esta frase de su autoría “La obligación de cada cual, aceptada alegremente, y cumplida con fidelidad por el bien común, es la mejor manera de ser hijos verdaderos de esta entidad que Dios ha querido unirla a nuestra vida. La Patria” (Núñez, 1924).

Como buen docente e investigador nos dejó varias publicaciones entre ellas: Sobre el número de glóbulos rojos, Gaceta Médica de Caracas (1893); Sobre angina de pecho de naturaleza palúdica, Gaceta Médica de Caracas (1894); Lecciones de bacteriología, Gaceta Médica de Caracas (1910); Lesiones anatomo patológicas de la pulmonía simple o crupal, Gaceta Médica de Caracas (1910); De la nefritis a la fiebre amarilla, Gaceta Médica de Caracas (1910); Renuncia ante la Academia Nacional de Medicina, Gaceta Médica de Caracas (1913); Nota preliminar acerca del tratamiento de la tuberculosis por el aceite de “Chaulmoogra”, Gaceta Médica de Caracas (1919). El Dr. Hernández es el primer venezolano en publicar en el área de la Bacteriología, su libro “Elementos de Bacteriología” (1906) (Yáber, 2004).

Dr. Hernández: ejercicio de la medicina

El Dr. Hernández, después de su llegada de París, se desempeñó como facultativo de familias y comenzó a adquirir renombre en Caracas como médico, por lo acertado de sus diagnósticos, lo cual se atribuía a los modernos conocimientos y a la experiencia que había adquirido en el ejercicio de su profesión en los hospitales de Paris con algunos clínicos e investigadores del momento. Los métodos modernos que empleaba a la hora de emitir sus diagnósticos, y lo acertado de éstos, le dieron a su opinión profesional una validez indiscutible. Pero, muchos consideran, que fue su elogiada vocación y práctica de humanitarismo y servicio perenne para con los necesitados lo que le franjó de inmediato un gran número de pacientes en todas las esferas sociales de la capital.

El Dr. Hernández, como era usanza a finales del siglo XIX y comienzos del XX, atendía a sus pacientes en un consultorio que acondicionó en la sala de su propia casa; ubicada de San Andrés a Desbarrancado, Nº 3, en La Pastora. Las consultas las realizaba al mediodía, y no atendía solamente a los pobres, a su consulta asistía cualquier persona que necesitara de sus conocimientos. También acostumbraba asistir a sus pacientes en su domicilio, lo que hacía generalmente a pie en las mañanas que no tenía clases, entre las ocho y las once y cuarenta y cinco. El Dr. Hernández gozaba de un gran aprecio y prestigio entre los caraqueños, pero no existen evidencias sobre el número de pacientes, se presume que asistió un gran número de personas considerando que hasta la fecha hay 7000 recetas recabadas (Suárez y Bethencourt, 2000, Suárez, 2005).

La vida de este eminente médico, profesor, y científico orgullo de los venezolanos es truncada el 29 de junio de 1919; aniversario de su graduación de médico, al golpearse la cabeza con el borde de una acera a consecuencia de un impacto con un automóvil, en la esquina de Amadores en La Pastora. Caracas.

El Dr. José Gregorio Hernández, dejó una generación de jóvenes venezolanos formados para utilidad y honor de la Ciencia y de la Patria, a fin de que su obra no cesase con él. Para acreditarlo basta señalar entre otros los siguientes nombres: Rafael Rangel, Felipe Guevara Rojas, Jesús Rafael Rísquez, Domingo Luciani dejándonos un gran legado y contribuyendo así a la construcción de su amada patria.

Referencias

  • ÁVILA, W. (1996). Historia para todos (22). El Gobierno de Juan Pablo Rojas Paúl. Caracas Imprenta Litotac C.A.
  • Código de Ética para la Vida (2011). Editado por el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e industrias Intermedias.
  • DÍAZ, M. (1980). El médico de los pobres. 2ª ed. Caracas: Ediciones Paulinas.
  • DE GEMA, E. (1950). El siervo de Dios doctor José Gregorio Hernández Cisneros: el hombre, el santo, el sabio: su vida. Imprenta Nacional. Caracas.
  • NÚÑEZ, J. (1924). Dr. José Gregorio Hernández, ensayo crítico biográfico. 1ª ed. Imprenta Nacional. Caracas.
  • SANABRIA, A. (1977). José Gregorio Hernández de Isnotú, 1864-1919: creador de la moderna medicina venezolana. Imprenta Universitaria. Caracas.
  • SUÁREZ, M. (2014). Devociones. José Gregorio Hernández: el médico de los pobres. Editorial Saber. Ultimas Noticias.
  • SUÁREZ, M., BETHANCOURT, C. (2000). José Gregorio Hernández del lado de la luz. Fundación Bigott. Caracas.
  • SUÁREZ, M. (2005). José Gregorio Hernández. Biblioteca Biográfica Venezolana. Editorial Arte Caracas.
  • VÉLEZ BOZA, F. José Gregorio Hernández, maestro. Aporte al conocimiento de su labor docente en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Rev Ven San y Asist Social. 1977; 42(3-4):381-558).
  • YÁBER, M. (2004) “José Gregorio Hernández, académico-científico, apóstol de la justicia social, misionero de la esperanza”. Ediciones OPSU. Caracas.
  • YÁBER, M. (2009). “José Gregorio Hernández”. Ediciones Trípode. Caracas.
  • YÁBER, M. (2014). José Gregorio Hernández. Hombre de Dios, Siervo de los Enfermos. Ediciones trípode. Venezuela.