Discurso pronunciado por el Dr. José Nicolás Domínguez, en el Acto de Premiación a la Trayectoria del Investigador Universitario Francisco De Venanzi

Julio 8, 2011

Transcurría el año 1987, cuando, desde el Consejo Directivo de la Asociación para el Progreso de la Investigación Universitaria, presidida para ese entonces por la distinguida Prof. Tosca Hernández, establecíamos las bases del Premio a la Trayectoria del Investigador Universitario asociado al nombre de un hombre de pensamiento universal y de sólida formación científica y humanística como el Dr. Francisco De Venanzi. Nada más lejos de mi pensamiento, que después de más de 20 años tendría el orgullo de participar en este pódium compartiendo este honor con el Dr. Eduardo Romero en el Área de Ciencias y con la Dra. Luz Marina Rivas en el Área de Humanidades. Nuestro agradecimiento al grupo de profesores de las Facultades de Medicina, Humanidades y Farmacia por haber postulado nuestros nombres a este premio en el que han participado colegas de grandes méritos.

En este mismo acto, también se reconoce la importancia de la investigación al premiar a los Profesores Franck Audemard y Mauricio Bermúdez por el mejor Trabajo de Investigación, a Grony José Garban por la Mejor Tesis de Postgrado y a Rubén Duque por la Mejor Tesis de Pregrado dentro del marco del Premio “GEOCIENCIAS APIU-FUNDACIÓN UCV”, y se otorga un reconocimiento muy especial por su destacada y fructífera trayectoria académica a los Dres. Jacinto Convit, Blas Bruni Celli, Alberto Arteaga Sánchez, Isbelia Sequera Tamayo, Isaac Chocrón, Germán Carrera Damas, Virgilio Bosch, Itala Lippo de Becemberg y a mi Decana, Margarita Salazar-Bookaman, notables ucevistas, maestros de maestros. Mis Felicitaciones a todos los galardonados.

LA INVESTIGACIÓN, es una actividad que nuestra Ley tácitamente describe en su articulado cuando define a la Universidad como “una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre”. Esta definición de Universidad nos habla de una verdad que se conoce y amplía con la investigación, se transmite mediante la docencia y se hace cultura al difundirse en su entorno social.

La búsqueda permanente de la verdad constituye, por tanto, el corazón de la vida académica. En consecuencia, no es posible ser un profesor universitario integral sin estar conectado a una actividad investigadora, del mismo modo que no es cabalmente universidad, aquella que renuncia a la investigación.

“Solo las sociedades que sitúen en un lugar preferente de su escala de valores la dedicación a la investigación, serán protagonistas del futuro”

Hoy en día, quien posee conocimiento y maneja bien la información, tiene mayores posibilidades de desarrollo y crecimiento, un nivel de vida más aceptable, y en consecuencia, mayor bienestar.

Solo las sociedades que sitúen en un lugar preferente de su escala de valores la dedicación a la investigación, serán protagonistas del futuro.

La universidad tiene una responsabilidad ante la sociedad en su conjunto, ya que esta última exige a la universidad, producir conocimiento científico, capaz de generar soluciones creativas en las múltiples áreas del quehacer social.

Venezuela, quizá vive, uno de los momentos más difíciles de su vida institucional.

En su obra conocida como, El Político o el Estadista, Platón describe los ciclos del cambio y utiliza una metáfora referida a un cuerpo giratorio que debe cambiar su sentido de giro. Antes de cambiar la dirección del giro, hay un determinado momento, un breve instante, en el que ese cuerpo se detiene. Por analogía, nosotros estamos viviendo el cambio de ciclo y estamos justamente en el momento en el que se paraliza el sistema que iba girando en un sentido antes de comenzar a girar en el otro.

En este momento de inercia, en Venezuela se anhela un desarrollo armónico de lo básico, lo aplicado, y la innovación, para dar paso, a una articulación entre Universidad, Estado y Sistemas de Ciencia y Tecnología.

Son varias las razones socio políticas, que determinan esta aspiración, entre las que vale la pena mencionar:

  • La pérdida de calidad y efectividad social de las instituciones universitarias, que ponen en alerta al Estado, responsable de su financiamiento, y que a su vez comparte la responsabilidad de dicha crisis.
  • La herencia política indiferente y cómplice a la crisis del sector.
  • La asignación presupuestaria irrisoria y la intención del control total, por parte del Estado, obstaculizando la necesaria autonomía.
  • La utopía de la masificación versus la calidad

De Venanzi se anticipa a estos escenarios y nos deja testimonio de su carácter visionario al plasmar en el acta constitutiva de la APIU, la necesidad de Fomentar y salvaguardar la investigación libre y crítica, defendiéndola de condicionamientos extra científicos de cualquier índole.

Claramente, todo ello será posible sólo en un marco general de políticas que, más allá del ajuste, tengan como objetivo retomar un camino propio hacia el tan ansiado desarrollo económico y social.

Definitivamente, estamos frente al problema de tratar de evitar que la brecha que nos separa del mundo desarrollado, se profundice. No sólo se trata de un abismo económico, sino también académico y tecnológico, que debe ser necesariamente superado de modo integral por países como el nuestro, para poder ser competitivos en el mundo del siglo XXI.

Pero en gran parte de los países en desarrollo, se sigue sin reconocer que en el mundo actual el principal generador de riqueza es el conocimiento y que su dominio sólo se obtiene a través del desarrollo de la actividad científica propia, de calidad y de la aplicación de sus resultados.

“...en Venezuela se anhela un desarrollo armónico para dar paso a una articulación entre Universidad, Estado y Sistemas de Ciencia y Tecnología”

Gracias por permitirme compartir estas reflexiones con tan distinguido auditórium, conformado por universitarios que comprenden y comparten el lugar que ocupa la ciencia en la vida del hombre, y su papel para el desarrollo de una universidad que pacte con la grandeza.

Los reconocimientos que hoy recibimos de manera individual son en buena parte para nuestros equipos de trabajo. También se deben al apoyo de la institución a la que pertenecemos, y de las entidades que financian y promueven la investigación. Por todo ello, al honor que sentimos por este reconocimiento, le acompaña nuestra gratitud hacia quienes nos distinguen, la unión con nuestros colaboradores, la cercanía de nuestros colegas científicos, la pertenencia a nuestra institución y, de manera muy especial, la deuda para con nuestras familias. Sin su apoyo, nuestras aventuras científicas, que hoy felizmente perduran, no hubiesen llegado a buen término.

Finalmente, reiteramos nuestro agradecimiento a la APIU, y a esta institución universitaria toda, haciendo votos por la formación de nuevos investigadores al servicio de esta noble tierra.

Muchas gracias